viernes, 6 de junio de 2014

La sabiduría de los antiguos: lo permanente es el cambio

La gente que vivió dentro de los cánones de la Filosofía Perenne sabía mucho más de lo que creemos saber nosotros, simplemente porque no amputó su ADN cultural pretendiendo empezar cada vez de cero.

El cuerpo es un ropaje. Las especies tienen distintos "atuendos" de acuerdo a las tres variables mencionadas en la entrada anterior; sus 'cuerpos' encierran significados dentro del hábitat en el que se desenvuelven, dentro de su contexto. El cuerpo no esconde u oculta la identidad del alma; por el contrario, activa los poderes del alma.

Las alas, las aletas y branquias, son instrumentos. La intención de las partes del cuerpo es ser funcional.
http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/12383357/Peces-de-las-profundidades-marinas.html
Así, la forma y funciones del cuerpo de cada especie están dotados con los efectos y capacidades que necesitan en cada lugar y circunstancia, pero eso no implica que son "eso".
Así como los adornos, la pintura, los vestidos y demás objetos del atavío de los humanos conforman una segunda piel que transforma la perspectiva de quien los lleva, así mismo el cuerpo viste al alma.
La 'evolución' o modificación del cuerpo es un atributo, un “ropaje” modificable para readecuerse o readaptarse.

Las cosmovisiones antiguas están saturadas de la idea de transformación. Algunos teóricos han llegado incluso a proponer que en ellas está ausente la idea de creación, y que todas las cosas y seres se originan como una transmutación de algo anterior. No hay un comienzo absoluto a partir de la nada, cada acto o ser es una respuesta a otro y todo se encuentra en constante metamorfosis, en continuo cambio. Lo permanente es el cambio.

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