El hinduísmo nos dice que la vida en todas sus manifestaciones es parte de un inmenso plan de búsqueda de la Perfección.
La Perfección es imagen y semejanza de Dios, es el propósito de Dios, el plan de Dios y el deseo de Dios.
Dieus —que proviene de la misma raíz diú ([cielo] brillante)— es el Dios principal del panteón indoeuropeo. En la India se convirtió en el sánscrito Dyaus Pitar (Padre de los dioses), en Grecia sería Zeus Pater y en Roma Iu-Piter (Júpiter). Otros términos cognados de deva serían el latín deus, el francés dieu y el español dios, deidad y divino.
De acuerdo al hinduísmo el jiva (esencia) desciende de dimensiones
superiores al Valle del Samsara (el mundo físico, lleno de dolor y
amargura) para emprender un largo ciclo de aprendizaje, por medio de la
LEY DE LA EVOLUCIÓN.
El jiva pasa por el mundo mineral, el vegetal, y se
reencarna en el animal. Luego de millones de nacimientos y muertes
llega por fin al estado humano.
Así, el hombre es la criatura más evolucionada. Su creación podemos
atribuirla a Bhagavan, el Dios Supremo, a través de sus innumerables
Devas.
Somos una combinación de espíritu y materia, la cual es una
vestidura que shakti nos da generosa y hemos de devolver.
Ser un Ser Humano es un privilegio que debemos aprovechar.
Nos costó
nillones de años llegar hasta aquí.
Nuestro deber es autorrealizarnos,
llegar al estado de jinas, mahatmas, devasm etc., niveles a los que ya no
es posible acceder mediante la evolución sino mediante una gran Revolución
Interior.
Las personas que desaprovechan su oportunidad reencarnan en animales, plantas y minerales hasta su total purificación.
Las creencias humanas son todas y cada una de ellas esencialmente morales.
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